El otro día estuve viendo un concierto. La orquesta dirigida por el magnífico y jovencísimo maestro ruso Konstatin Chudovsky, interpretaba a la perfección una seleccionada programación con obras de los compositores rusos, Tchaikowsky y Borodin.
Me deje llevar por la pasión que aquel director y aquellos músicos imprimían en cada una de las notas que interpretaban. Su sincronización milimétrica era solo comparable al funcionamiento más perfecto que existe, el cuerpo humano. Y eso era exactamente lo que parecían, un único ser dando lo mejor se sí mismo.
No fue hasta después del concierto, cuando me quedé pensando en lo estupendo que sería si los equipos de facilities funcionaran igual de bien que una orquesta, sonando acompasados, coordinados para lograr una ejecución perfecta.
Movida por esta inquietud me puse a estudiar las orquestas, su forma de trabajar, de organizarse, de prepararse, etc. Afortunadamente entre mis amistades cuento con músicos profesionales de prestigio que me han ayudado enormemente a comprender todo el esfuerzo, sacrificio y generosidad que hay detrás de cada concierto.
Y así fue como me imagine una orquesta de servicios dirigida por un Facility Manager experto, tocando la primera sinfonía en clave de Fa cilities.
En una orquesta al uso tenemos una distribución de instrumentos más o menos como la siguiente:
Ahora imaginemos los servicios más usuales en un edificio de oficinas y comparémoslos (pondremos una estimación de su peso en relación a los costes totales del edificio) con la distribución por tipo de instrumento, obtendríamos algo parecido a esto:
Es esa distribución la que hace que con frecuencia, el facility manager dirija su casi total atención a las partidas más “gordas” (usualmente mantenimiento y limpieza) dejando, no en el olvido pero casi, el resto de partidas menos importantes económicamente. Preocupándose solo de ellas cuando surge un proyecto de, por ejemplo, reubicación (en el caso de la gestión de los espacios de trabajo), o cuando inevitablemente aparece un problema que de pronto requiere de atención prioritaria y urgente (por ejemplo una plaga de avispas).
Y aunque se suela salir airoso de estos momentos, confiando siempre en que nuestra capacidad de gestión será suficiente para solventar la situación, no deberíamos abandonarnos tanto a la suerte, porque como dijo el gran compositor Héctor Berlioz:
“La suerte de tener talento no es suficiente;
uno debe también tener un talento para la suerte.”
Por este motivo, el facility manager tiene que ser capaz de dar a cada servicio la importancia que tiene en el conjunto porque un solo servicio desafinado hace desafinar al resto, aunque este sea el más pequeño o no crítico de ellos. En su mano esta hacer una auténtica sinfonía o solamente ruido.
No debemos olvidar que aunque tengamos un servicio estrella, este no luce si no está coordinado con el resto, pues como decía Di Stefano: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”. Y si bien es cierto que a todos nos gustan más unos tipos de servicios que otros, el contrato y el compromiso, es por todos.
Desde aquí os animo a todos a dar cada día el concierto de vuestra vida.
Gracias a todos por leer este post.